Hablemos de los datos técnicos de las doradas:

Su cuerpo se caracteriza por ser ovalado, comprimido, alto, de cabeza grande y ojos pequeños en comparación con otros ejemplares de la misma familia. Las tonalidades de su piel engloban todo tipo de grises, desde un azulado oscuro en el dorso hasta claro en el vientre. De grandes escamas, es característico en ella una banda dorada vertical situada entre sus ojos. Es esencialmente carnívoro, devorando gusanos, moluscos, crustáceos y pequeños peces que tritura con sus poderosos dientes. Las doradas salvajes poseen una carne con menos niveles de grasa y suelen alcanzar mayores dimensiones (70 cm.) que los criados en cautividad (40-50 cm).Peso: 800-4000 gramos.

Hablemos de una historia en torno a ellas titulada “La prueba”:

Y de la razón por la que se le ocurrió a nuestro protagonista forzar la siguiente situación.

Antecedente inmediato: Chico corriente ama a chica pija rockera.

María llegó a su casa a las diez de la noche. Era una mujer de treinta años bella y triunfadora. Probablemente él era más inteligente que ella pero también más conformista. Desde el minuto cero ella estaba incómoda porque siempre salían a cenar fuera, ambos trabajaban y tenían solvencia económica para darse algún capricho los sábados sin tener que cocinar ninguno.  Pero ese sábado él se había empeñado mucho en que se quedaran en su casa porque quería preparar la cena.

Cuando Pedro apareció con ese plato y lo dispuso  encima de la mesa, a ella se le cayó el mentón quince centímetros.

—¿Cómo? ¿No hay nada más aquí? ¿Crees que llevo una hora arreglándome para venir a cenar esto?

Pedro miró el plato, y le dijo: María, no cenas casi nada, gastamos mucho en cosas absurdas. Tómate la dorada que quieras.  Elige una.

—¡Pero si una es pequeña, y la otra es grande!—puntualizó señalando el plato.  No es equitativo el reparto.

—De acuerdo, coge tú la pequeña que comes poquito y yo la grande.

—¿Pero qué dices? ¿No sería mejor repartirlo?

—Efectivamente, pero tú empieza por la pequeña, — y sonrió.

Entonces ella, enfadadísima al ver esa sonrisa jocosa,  cogió su bolso y se levantó.

—¡No te entiendo macho¡ ¿Eres capaz de comerte la dorada grande tú solo?

—Ya te he dicho que no, que empieces tú por la pequeña  y luego la  más grande la compartimos…

María miraba el plato y no daba crédito. Me estás tomando el pelo —y añadió: No me vuelvas a llamar más, ¿vale? Me siento humillada. Deberías darme a mí la grande. Eso es lo que se hace cuando amas… ¿no? Dar lo mejor al otro.

—Escúchate María. Calla y reflexiona sobre lo que acabas de decir.

Ella, que siempre tenía que ganar la partida, recogió su bolso, su pequeña chaqueta vaquera, alzó la cabeza  y se marchó dando un portazo. Lo que nunca jamás supo fue, que dentro de la dorada pequeña, con todo el amor del mundo, Pedro había colocado un anillo de compromiso…

 

Hablemos del autor del cuadro inspirador:

Juan Moreno Moya, artista plástico y pintor de vidrieras, se dedica desde 2005 a la creación de Vitrales bajo el nombre de Grisallas Moreno, taller de vidrieras emplomadas y tiffany. Pero su visión sobre el color y sobre el aspecto de fondo de la pintura actual trasciende al pensamiento de artista clásico.

Ha realizado talleres con:

  • Fernández Hurtado -taller de retrato.
  • Antonio Lopez -cátedra de Albacete la atención del natural y la profundidad de la pintura.
  • Coque Bayon – la sutileza.
  • Stuart Shills : la estructura de la percepción y la percepción de la estructura.
  • Alex Kanevski : La pintura perceptiva.

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