Hoy me levanté de la cama con un triple salto mortal y casi salgo disparado por el balcón. Estos arrebatos de mi materia sólo ocurren una vez al año. Una única vez, y tienen un fin: sentarme delante de mi escritorio inglés comprado en un anticuario asiático y vendido por un vendedor senegalés (souvenir de uno de los tantos viajes de mis progenitores), para escribir las postales de felicitación de Navidad a mis conocidos. Sigo siendo un romántico y me gusta escribirlas. También soy bastante anormal. Sí, anormal es la palabra que mejor me define. Pero no se conformen ustedes con el lado peyorativo, no, llévenlo al extremo: soy también, dicho sea de paso, bastante malo.
Y en realidad no podría concretar el inicio de mi metamorfosis. No me di ni cuenta o no quise hacerlo… Fueron algunas consecuencias las que me hicieron recapacitar sobre mi estado: no me llamaba nadie, no tenía amigos, no podía contar con mis múltiples novias para nada serio y formal.
No recuerdo tampoco en qué momento se me cayó del bolsillo el mapa con la mejor ruta hacia el cielo, ni cuándo rompí con Dios sin que fuera una experiencia muy traumática, creo, tampoco recuerdo el año en el que mis cartas a los Reyes Magos dejaron de tener contestación. Con respecto a ésto, incluso, tuve una idea para que reconsiderasen mi candidatura a “reconvertido”. Escribí una carta a los Pajes Magos como intermediarios de mis súplicas; por ser de mi condición ( la de los currantes sin pena ni gloria). Vamos, imagínense…que ni ellos me hicieron caso.
Así que hoy, aprovecho la oportunidad que me brinda esta página para hacerme una propuesta en firme: ser mejor persona, viajar mucho, crear amigos insustituibles, y poder felicitar a todos con poco dinero y mucho corazón. Y como ando canino de pasta, este año dejo lo de las postales, lo he pensado mejor, y os mando una tontería para haceros sonreír.
Yo y los dos tontos estos que un día tuvieron la idea de abrir esta página… y que llevan medio año trabajando mucho.
¡Felices Fiestas!