¿Cuántos viajes habéis pospuesto a lo largo de vuestra vida?
Y si mañana ya no pudieseis hacerlo, solos, o en compañía de vuestra  pareja, hijos, amigos, etc.
Intenta llenar tu alma cada día de amor y al menos, intenta hacer un buen viaje cada año.

 

QUERIDO DIARIO

 
 
Querido diario:
¿Te acuerdas cuando te dije que quería viajar a Sri Lanka y ayudar a los damnificados del tsunami en el año  2004? Y no lo hice porque acababa de enamorarme perdidamente del hombre de mi vida. Algo tan inesperado que me volvió a pasar cinco veces más en otros medios, con otros hombres.  Tú sabes.

¿Recuerdas cuando te dije que era importante hacer ese viaje a Nueva York y preparar mi primera exposición colectiva internacional junto a Laura y Nacho? Pues tampoco lo hice porque estaba a punto de dar a luz a mi primera hija y me asusté de lo avanzado de mi gestación   y un posible parto prematuro que conforme a mi continúa  ansiedad, sucedió igualmente.

No puedes olvidarte tampoco de cuando quise viajar a tierra  Santa para pedir por  la salud de mi familia.  Y con los billetes de avión comprados y todo preparado nos olvidamos el bolso en el  taxi y no pudimos viajar sin documentación.  Aquello se fue al carajo después de tanta ilusión. Después llegó la mala sangre de recuperarlo todo, y el sin sentido de no querer ni volver a hablar de ese viaje.  Pero para mi era tan importante, casi una promesa. Porque tanto yo como mi hija  superamos nuestra enfermedad.

En el 2014, cuando ya estaba preparada para ir a ver esa final de Eurovisión en la ciudad danesa de Copenhague, una excusa más para ser libre, una excusa para sentir que todavía era dueña de mi vida, falleció mi mejor amiga de cáncer  de pulmón. Perdí tres cosas aquel 25 de mayo: un viaje, la ilusión y una cómplice con quién siempre era yo misma, al desnudo.   Dejé de fumar para siempre.

Querido amigo, he dejado tantos viajes por hacer…  Dicen que el viaje más deseado es aquel que nunca se hace. Que siempre encuentra mil excusas  para posponerlo, o no hay dinero, o no hay tiempo, o salud, o la mejor compañía para hacerlo. Pero esta vez no. He tomado una decisión.  Quiero irme sola.  Como los locos, a la India, un año, y dormir en otras camas, y despertar en otro mundo, beber, caminar y vivir con los justo. Sentir el espíritu de la humildad, de lo sencillo, y volver sana y salva. Volver  para besar  a los de aquí, a los míos. Viajar y regresar. Ya no puedo mentirme más. Necesito serenidad , encontrar el equilibrio o perderme en los desequilibrios, da igual, lo que sea.

 

No quiero sentir como propio, lo que  decía Juan Ramón Jiménez en su poema El viaje definitivo: “Me iré  y se quedarán los pájaras cantando.  Quiero otra filosofía más frívola: Me iré y sentiré que he tenido una vida plena y feliz. Justa y Satisfecha. Honesta y valiente.  Y me importará un pimiento que se queden los pájaros cantando o que llueva café en el campo. Porque yo viví lo que tenía que vivir. Y fui dueña de mis decisiones y de mis errores.



* Aviso al lector: esta narración no es autobiográfica en absoluto, sólo una invitación a viajar más.

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