El llanto despierta una vida.
La música disparatada
comienza en un abrazo.
Estallan lágrimas.
Se conecta la corriente
entre tu húmeda piel y mis manos.
Se perfeccionan todas las sonrisas
por el júbilo de tu llegada.
Y tus ojos se abren para mí.
Y los míos lloran por ti.
Y el tiempo se para exhausto.
Se dislocan todos los relojes…
para siempre.
En un marcar de horas nuevo
que lleva tu nombre:
Hija mía.
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